Una monja y un cura atravesaban el desierto del Sahara montados en un camello. Luego de algunos largos dias de viaje, el camello cae muerto. El cura, notando que ninguno de ellos iba a salir vivo del desierto se aventura a decirle a la monja:
- Hermana, yo nunca le he visto los senos a una mujer, podria usted mostrarmelos?
La monja accede.....
- Los puedo tocar?
Y nuevamente la monja eccede.
Entonces dice la monja:
- Hermano, yo nunca le he visto el pene a un hombre, me lo podria mostrar?
A lo que el cura inmediatamente accede.
- Lo puedo tocar tambien?
- Por supuesto hermana...
Luego de tocarlo un rato, la monja nota una fuerte ereccion. El cura dice:
- Sabe hermana, si yo lo pongo en el sitio adecuado, puedo crear vida...
A lo que la monja contesta.
- Entonces metaselo por el culo al camello y vamonos de aqui!.




Un grupo de monjitas va pasando por delante de San Pedro para entrar al cielo. Entonces este le pregunta a la primera:
- Hermana Vernica, ha tocado usted un miembro masculino alguna vez?
Ella le contesta que si, pero solo con un dedito.
- Pues hermana, lavese el dedo aqui con agua bendita, y luego entre.
A la segunda monja le hace la misma pregunta y ella le responde que si,pero con la mano.
- Entonces, Hermana Monica, lava la mano en el agua bendita y entra.
De pronto llega corriendo y empujando la hermana Yotsabe y se coloca al frente de la fila.
-Por que tanto apuro hija mia?
Y la hermana responde.
-Porque si tengo que hacer gargaras con esa agua bendita, quiero hacerlo antes de que la hermana Sonia se lave el culo.




Una monja y cura se pierden por los Pirineos helados y al anochecer, encuentran un refugio vacio, sólo con un catre y unas cuantas mantas. El cura, que es un caballero, le dice a la monja que se acueste en el catre, mientras él dormirá en el suelo. Al rato, la monja, muy pícara, le dice al cura:
- Padre, tengo frio...
El cura se levanta, agarra una manta, la pone sobre la monjita y se vuelve a echar en el suelo. Al rato, con voz sensual :
- Padre, sigo teniendo frio...
El cura se levanta, agarra una manta, la pone sobre la monjita y se vuelve a echar en el suelo. Al rato, más pícara todavía:
- Padre, estoy helada... Pienso, que, ya que estamos tan lejos de cualquier lugar habitado, podríamos hacer como los matrimonios...
- Hermana, creo que tiene razón, así que, levante el culo y agarre usted misma otra manta!!!