Estás caminado por la calle y de pronto ves un celular en el suelo. No hay nadie al lado. Lo levantás y justo empieza a sonar ¿Qué hacés?
  • ¿Contestás y tratás de averiguar a quién pertenece?
  • ¿Lo apagás y te lo quedás?
  • ¿Buscás alguna forma de devolverlo a su dueño?
Según una prueba realizada por la revista Selecciones de Reader’s Digest que consistió en dejar 960 celulares "olvidados" en lugares muy concurridos de 32 ciudades del mundo, entre ellas Buenos Aires, la honestidad no resultó ser uno de los mayores atributos de los porteños. De 30 teléfonos dejados en tres zonas diferentes de la ciudad, sólo fueron devueltos 16, apenas un poco más de la mitad...

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Según Guillemí, la experiencia reveló que “la honestidad no está relacionada con el nivel socioeconómico de las personas, sino con una actitud de vida”, y cuenta que hubo casos de profesionales con buen pasar económico que se quedaron con el celular, y gente sencilla que lo devolvió argumentando que “jamás se quedarían con algo que no fuera de ellos”.
  • Algunos casos ejemplifican esta conclusión. Uno de los celulares fue perdido en la zona de las Torres Catalinas, donde funcionan oficinas de distintas empresas. A la hora del almuerzo, cuando los empleados comenzaron a salir de uno de los edificios, un oficinista vestido de traje y corbata se demoró unos pasos detrás de sus compañeros para recoger el teléfono abandonado junto a un cantero. Tras dudar algunos segundos mientras el aparato sonaba, lo apagó y lo guardó en su bolsillo. Nunca más hubo noticias de él.
  • En la avenida Leandro Alem, en el mismo barrio de Catalinas, un contador de 31 años, apenas vio el aparato, le preguntó a las personas que tenía al lado si pertenecía a alguna de ellas y, cuando sonó, lo atendió y arregló para encontrarse con el periodista.
  • Otro de los celulares abandonado en un banco en Plaza San Martín fue encontrado por una señora de entre 40 y 50 años, vestida formalmente. Lo agarró mientras estaba sonando y se lo llevó sin abrirlo. Finalmente lo apagó y siguió caminando.
  • En otra de las situaciones, la que se quedó con el aparato fue una chica joven de la guardia encargada de la seguridad del Parque Tres de Febrero, en Palermo, que lo recogió de encima de un bebedero, lo apagó mientras sonaba y también se lo guardó en un bolsillo.
  • En cambio, uno de los que no dudó en devolverlo, fue Augusto Marinero, de 29 años y trabajador de un call center. Lo encontró a la entrada del edificio en el que vive. Apenas sonó, lo atendió y arregló encontrarse con su dueño. Confiado, dijo creer que la encuesta iba a dar bien para los porteños y que se debería “catapultar esa creencia de que el argentino es pillo, vivo, y deshonesto”.
Fuente: Plaza Pública (Clarín)